divendres, 9 d’abril del 2010

LA BARRACA DE LA MATA DE MURA


Desperezóse la inmensa vega bajo el resplandor azulado del amanecer, ancha faja de luz que asomaba por la parte del Mediterráneo.

Los últimos ruiseñores, cansados de animar con sus trinos aquella noche de otoño, que por lo tibio de su ambiente parecía de primavera, lanzaban el gorjeo final como si les hiriese la luz del alba con sus reflejos de acero. De las techumbres de paja de las barracas salían las bandadas de gorriones como un tropel de pilluelos perseguidos, y las copas de los árboles empezaban á estremecerse bajo los primeros jugueteos de estos granujas del espacio, que todo lo alborotaban con el roce de sus blusas de plumas.

Apagábanse lentamente los rumores que habían poblado la noche: el borboteo de las acequias, el murmullo de los cañaverales, los ladridos de los mastines vigilantes.
Despertaba la huerta, y sus bostezos eran cada vez más ruidosos. Rodaba el canto del gallo de barraca en barraca. Los campanarios de los pueblecitos devolvían con ruidoso badajeo el toque de misa primera que sonoba á lo lejos, en las torres de Valencia, esfumadas por la distancia. De los corrales salía un discordante concierto animal: relinchos de caballos, mugidos de vacas, cloquear de gallinas, balidos de corderos, ronquidos de cerdos; un despertar ruidoso de bestias que, al sentir la fresca caricia del alba cargada de acre perfume de vegetación, deseaban correr por los campos.

El espacio se empapaba de luz; disolvíanse las sombras, como tragadas por los abiertos surcos y las masa de follaje. En la indecisa neblina del amanecer iban fijando sus contornos húmedos y brillantes las filas de moreras y frutales, las ondulantes líneas de cañas, los grandes cuadros de hortalizas, semejantes á enormes pañuelos verdes, y la tierra roja cuidadosamente labrada.
Animábanse los caminos con filas de puntos negros y movibles, como rosarios de hormigas, marchando hacia la ciudad.

De todos los extremos de la vega llegaban chirridos de ruedas, canciones perezosas interrumpidas por el grito que arrea á las bestias, y de vez en cuando, como sonoro trompetazo del amanecer, rasgaba el espacio un furioso rebuzno del cuadrúpedo paria, como protesta del rudo trabajo que pesaba sobre él apenas nacido el día.
En las acequias conmovíase la tersa lámina de cristal rojizo con chapuzones que hacían callar á las ranas; sonaba luego un ruidoso batir de alas, é iban deslizándose los ánades lo mismo que galeras de marfil, moviendo cual fantásticas proas sus cuellos de serpiente.

La vida, que con la luz inundaba la vega, iba penetrando en el interior de barracas y alquerías.
Chirriaban las puertas al abrirse, veíanse bajo los emparrados figuras blancas que se desperezaban con las manos tras el cogote, mirando el iluminado horizonte. Quedaban de par en par los establos, vomitando hacia la ciudad las vacas de leche, los rebaños de cabras, los caballejos de los estercoleros. Entre las cortinas de árboles enanos que ensombrecían los caminos vibraban cencerros y campanillas, y cortando este alegre cascabeleo sonaba el enérgico <!arre, aca!> animando á las bestias reacias.
En las puertas de las barracas saludábanse los que iban hacia la ciudad y los que se quedaban á trabajar los campos.
-!Bòn día mos done Deu!
-!Bon dia!
Y tras este saludo, cambiado con toda la gravedad propia de una gente que lleva en sus venas sangre moruna y sólo puede hablar con Dios con gesto solemne, se hacía el silencio si el que pasaba era un desconocido, y si era íntimo, se le encargaba la compra en Valencia de pequeños objetos para la mujer ó para la casa.

Text original: LA BARRACA de Vicente Blasco Ibáñez.


Des de la carretera BV-1221 hi ha un camí al P.Q. 11,5, a la dreta en direcció Matadepera, que porta directament fins aquesta casa.
El conjunt format per dues cases està situat al costat de la carretera, en una zona boscosa d'alzina, roure i pi amb sotabosc arbustiu. Es troba envoltat de zones de muntanya i cingleres de pedra de pinyolenc. Es troba dins la zona de protecció paisatgística del Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac.

Es tracta d'un habitatge de planta rectangular cobert amb teulada metàl·lica a doble vessant amb ràfec que deixa al descobert una alçada d'un metre dels murs laterals. És una edificació de maó amb elements de tancament de fusta i que té característiques d'habitatge fet de forma artesanal i que recorda les barraques valencianes. A la façana devantera té un balcó obert en forma triangular.